La Torre de Estrada forma parte de un conjunto amurallado de carácter militar que domina y controla su entorno desde el peñasco sobre el que fue erigido allá por el siglo VIII, aunque su morfología y características parecen corresponder a la reconstrucción realizada entorno al siglo XII.
El carácter militar de la fortificación viene refrendado por la construcción del foso actualmente colmatado, la muralla barbacana que tuvo sus almenas y saeteras y una capilla fortaleza de rasgos románicos levantada con posterioridad.
La torre tiene planta cuadrada y tres alturas. La torre controla desde su posición elevada el acceso al recinto amurallado y el “patio de armas. Los paramentos de la torre como la muralla son de sillarejo aunque los vanos y rematados con sillares.
La capilla posee en el presbiterio una bóveda de cañón apuntado. Los muros del templo están rasgados por numerosas troneras, lo que marca claramente su carácter militar La ermita se remata con molduras, algunos canecillos de traza románica y espadaña. El edificio parece haber sido construida con posterioridad a la torre, seguramente en el siglo XIV. En el arco de ingreso se conservan sendos escudos pertenecientes a los linajes de Estrada y Ceballos.
Por sus valores históricos y patrimoniales fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) con Categoría de Monumento en 1992 y su entorno de protección desde el año 2006 (BOC 21/06/2006).
El actual Conde de la Vega del Sella (nieto del descubridor e investigador de importantes yacimientos prehistóricos asturianos) hizo una cesión temporal de 100 años al Ayuntamiento de Val de San Vicente, quién promovió la restauración integral del conjunto defensivo en el año 2005.
A los valores históricos y patrimoniales descritos se añade la incorporación de la exposición Maquis. Realidad y leyenda. La muestra es una aproximación a acontecimientos, y sus protagonistas, que tuvieron lugar entre el año 1937 cuando Cantabria cae en manos de las tropas nacionales y 1957, año en el que mueren Juanín y Bedoya (natural de Serdio), los “últimos del monte” que compartieron su huida por los montes de Cantabria tras finalizar la contienda y que fueron abatidos por la guardia civil.